Egoist Breakers (Volumen I): Prólogo: Extraña Distorsión de la realidad

Egoist Breakers (Volumen I): Prólogo: Extraña Distorsión de la realidad
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Cierta metrópoli de una ciudad industrializada suspendida en plataformas aéreas a gran altitud sigue operando con normalidad un nuevo día más.

El sol irradia con fuerza en el lugar, generando un calor insoportable en el sitio y la gente va y viene, cada uno con sus propios destinos, sus propias metas, sus propios sueños, sus propios ideales, como en cualquier otra ciudad ordinaria.

Sin embargo, en una parte de este sitio se puede ver que se produce una anomalía en la que mucha gente empieza a verse arrastrados por un núcleo que se empezó a formar de la nada.

El núcleo absorbió a un gran grupo de personas para posteriormente formar por completo una aberración, un cuerpo humano agrupado compuesto de multitud de cabezas, brazos y pies. La aberración intenta moverse y tampoco puede.

La carne de la gente absorbida empieza a tomar un color rojo y de sus cuerpos salen varios seres que levitan y que tienen unas túnicas de ese mismo color que caen a modo de tela de sus extremidades. También de sus cuerpos emergen multitud de grilletes, dando la apariencia como si proviniesen de algún lugar del que estuvieran atados.

A esos seres no se les puede apreciar su rostro, pero sí es posible observar sus temibles brazos alargados y desproporcionados de silueta negra. En la parte del rostro, no se puede hallar forma alguna, solo la capucha roja que cubre el aparente rostro.

Esos entes extraños estiran sus brazos alzando las palmas de las manos y empiezan a absorber una energía especial que en este mundo se conoce como "Egôn".

Esas anomalías han estado ocurriendo muy seguido en las últimas tres semanas, nadie sabe a qué se debe y el porqué donde se materializan seres muy extraños jamás vistos en la ciudad ni en el mundo en general.

Ante esto, el pánico en la gente se manifiesta, huyendo, despavoridos, todos menos una joven en concreto. A ella se le ve caminar en medio de la aglomeración de personas que corren en estampida, huyendo de las bestias que han aparecido de la nada en esa zona de la ciudad. Tiene su cabello de color rubio y lleva consigo un pañuelo de color verde oscuro amarrado a su cabeza. También lleva ropas de instituto, de chaleco negro, camisa de instituto de color verde y bermuda de color blanco.

Ella eleva mano derecha frente a su rostro y genera un despliegue de esa energía llamada Egôn. Tanto su cuerpo como su rostro se le hacen unas grietas considerables desde donde empieza a salir gran cantidad de vapor azulado como si ella se estuviera quemando. Al cabo de unos segundos se empieza a desprender la forma de su rostro retirando su cara por completo hasta sostenerla en su mano como si fuese una máscara.

—¡Egôn!: ¡Manifiéstate, Sylfara! — exclama, sosteniendo aún la máscara del rostro desprendido, después, esa máscara se ve que toma otra forma y poco a poco la figura de una entidad femenina sale a la realidad. Se trata de un ser con figura de mujer, el cual levita y tiene armaduras púrpura que sostiene consigo una herramienta de combate, siendo una lanza con ápice de hoja de hacha.

El ser comandado se encuentra confuso, viendo a todas direcciones, hasta que, voltea a ver a la chica remarcando asombro.

—¿Cómo es que has logrado comandarme de nuevo? —se pregunta, confuso.

La chica se dirige a tocar una porción de las capas de quien llamó, logrando replicar en su mano derecha un arma de combate como la que sostiene la bestia.

El ser comandado ahora sigue a su invocador, sumándose al ataque. La joven se adelantó mostrando de sí un considerable ímpetu de combate.

La chica repele y contesta a intentos de ataques por parte de las bestias, respondiendo en corte a esos extraños enemigos.

Sylfara por su parte, rebanó a otros de esos enemigos con su técnica de corte habitual, eliminando a esas bestias, haciendo que las mismas desaparecieran al ser sacadas del camino. Una vez que lidian con las bestias, la chica invocador corre ahora directo al cuerpo aberrante, es decir, ese cuerpo que es cúmulo de multitud de personas y que ahora es una enorme masa de carne.

—¡D-debo detener esto a-antes de que sigan a-apareciendo! —habla la joven, sosteniendo un tartamudeo en su voz, mientras corre hacia esa masa humana aberrante.

En medio camino suelta el hacha y la lanza a otra dirección. En la mano derecha acumula aquella misma energía con la cual quitó su rostro y salta, elevándose con gran altura y descendiendo con un fuerte puñetazo, introduciendo su extremidad dentro de la masa aberrante.

Ella ahora forcejea como queriendo sacar algo de allí, y en efecto, poco a poco fuerza un rostro a salir, un rostro de hombre.

—A-así que fu-fuiste tú eeh…—comenta, teniendo su mirar hostil, mientras sostiene el rostro de hombre el cual parece desmayado, pero al instante, el sujeto abre sus ojos y mira de forma siniestra a la chica.

—¡Todo será mío!, ¡Todos van a ser míos! —exclama, neurótico mientras se ríe.

Ella ahora y de forma agresiva, sostiene el rostro del hombre y lo extrae con fuerza de allí, sacando su cuerpo completo de la masa aberrante. Al hacer eso, los dos han caído al suelo, aterrizando la chica correctamente, mientras que el adulto ha quedado tendido, boca abajo. Se le observa empapado de un líquido sumamente extraño y grotesco.

El cuerpo del adulto lleva un traje de negocios, viste aún de traje entero, y poco a poco retoma compostura para arrodillarse mientras sigue riendo frenéticamente.

—¡Supresión de Egôn! —exclama la joven, posando su mano derecha sobre el rostro del sujeto hasta reventar la cara de tal, haciéndola pedazos como si se tratara del acto de romper una vasija de barro.

Algún efecto de poder ocurre en ello, anulando ahora una conexión que había entre esta persona y aquella masa aberrante. Sus ojos quedan en blanco y el cuerpo de esa persona se diluye en el aire como si estuviese siendo su materia dispersada en el viento, al mismo tiempo en que la masa aberrante desaparece de la misma manera.

Eso sí, mucha sangre quedó en toda el área que ocupaba la aberración de los cuerpos.

Cuando se disipa esa extraña anomalía y todo retorna a un punto habitual, la chica retira al refuerzo que llamó.

—¡Egôn; ¡Abandona Sylfara! —exclama, transformándose el ser que comandó de nuevo en una máscara con la forma de su rostro y adhiere esa cosa a su rostro de nuevo.

En el lugar, las personas que transitaban por esa avenida en medio de estructuras compuestas de tuberías industriales, huyeron rápidamente, tomando distancia de ese fenómeno extraño que aconteció. Solo robots dron se observa que andan sobrevolando y que estaban grabando.

Al terminar todo, ella únicamente mete sus manos a los bolsillos de su blanca bermuda, dejando el lugar, muy pensativa y preocupada al respecto. Resolvió por sí misma un problema de extraña fenomenología como si conociera el porqué de esta situación.

—«He visto que si alguien posee un Egôn de tipo ambicioso o tirano, ocurre eso mismo, se transforman en un núcleo y absorben a otras personas en el proceso de lo que sea eso. Debo de tener cuidado si no quiero quedar inmersa por accidente, estando alrededor de alguien con ese tipo de ego en medio de tumultos… »—camina ahora eligiendo cuidadosamente por dónde transitar en su avance, evitando la mayor aglomeración de personas lo más posible debido a eso.

¿Qué es todo esto que ocurre en este lugar?

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